—De acuerdo —dijo Hipólito—. Nos vemos en la entrada del hospital.
Al terminar la llamada, Ariadna notó la vergüenza en el rostro de su padre; para él, era vergonzoso que su esposa sufriera una enfermedad mental. Ella miró por la ventana como si se le hubiera olvidado la conversación telefónica anterior; pronto llegaron al Hospital Psiquiátrico Molina. Ariadna bajó del auto y vio a Matías que esperaba en la entrada; cuando sus miradas se encontraron, ella vio un destello de odio en sus ojos que desapareció en un instante y enseguida él esbozó una sonrisa.
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