Al escuchar la voz, la vendedora se apresuró hacia la entrada e ignoró a Ariadna.
—Señorita Acuña, está aquí. Hemos guardado toda la ropa para usted. La ropa nueva llegó justo hoy. No la hemos exhibido todavía. ¿Por qué no espera un breve momento? Le traeré la ropa para que la elija —dijo la vendedora en un intento de halagar a Ivana.
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