Lorena levantó la cabeza inmediatamente al oír la voz familiar. En cuanto vio a Ariadna, sintió el impulso de acercarse y abrazarla; sin embargo, consciente de la situación, se contuvo. No se tranquilizó hasta que observó la zona y se aseguró de que ambas estaban solas.
—Jefa, gracias a Dios que estás viva. Estaba muy preocupada por ti —comentó en voz baja; le temblaba la voz.
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