«¿Por qué se lleva al niño tan pronto? ¿No acababa de recuperarse?». Ariadna estaba muy preocupada. Quería seguirlos, pero eso significaría dejar de cuidar a los tres niños en su dormitorio. Se le oscureció la mirada mientras los miraba dormidos en la cama. Su prioridad en ese momento era asegurarse de que el hijo de Isabella estuviera bien, así que tenía que tomar una decisión.
Sacó de su bolso un paquete de agujas plateadas y pinchó un punto de acupuntura en los niños e, inmediatamente, los niños, ya dormidos, se durmieron aún con mayor profundidad. Había pinchado en el punto de acupuntura del sueño el cual no les causaría ningún daño. Después de taparlos, escondió las agujas en su cuerpo y se dirigió rápido al laboratorio.
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