Mientras tanto, Arón iba conduciendo su auto a toda velocidad cuando le sonó el teléfono de repente. Dejó una mano en el volante y con la otra buscó el teléfono en su bolsillo. Al ver que era de un número desconocido, decidió no aceptar la llamada; sin embargo, después de que finalizara la llamada por no haber contestado, la misma persona volvió a llamarlo. Sin tener otra opción, frenó el auto con brusquedad y contestó con un tono exasperado:
—¿Quién es?
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