Pronto oscureció. Nataniel, César, la Élite 8 y los 18 Jinetes del Norte llegaron a Ariarica. Su avión aterrizó sin problema a tres kilómetros de la sede de la Farmacéutica Novoa. Cuando todos se reunieron, Nataniel levantó su mano izquierda y miró su reloj. Ordenó con frialdad:
—Todo, sincronicemos nuestros relojes ahora.
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