Castiel entró en pánico.
—Señor Cruz, por favor, perdóneme. Por favor, perdóneme. No lo volveré a hacer, lo prometo. Por favor, déjeme salir esta vez. Haré lo que quiera que haga. —Bajó la cabeza mientras hablaba, sin atreverse a mirar a Nataniel a los ojos mientras sus ojos iban de un lado a otro con nerviosismo.
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