Tanto César como Bautista desenfundaron sus armas cuando Vico terminó la cuenta atrás. Los hombres lo hicieron todo casi al mismo tiempo. Bautista siempre había sido el mejor pistolero del lado occidental de Ariarica, incluso cuando era solo un joven. Se alistó en el ejército y siempre fue el mejor de su escuadrón, sin importar el equipo al que estuviera asignado. Era conocido como el increíble pistolero de las Fuerzas de Paz, y desenfundó su arma tan rápido como un rayo.
La emoción llenó cada fibra de los guerreros presentes, todos pensaban que era demasiado rápido. Bautista había desenfundado sus armas un millón de veces, y toda esa práctica lo había convertido en un experto en la materia. Sus músculos estaban en plena forma ese día, y dio a la competición todo lo que tenía. De ahí que fuera mucho más rápido de lo que solía ser. Cuando desenfundó su arma y apuntó a César, un único pensamiento pasó por su mente.
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