Leandra tenía los huesos rotos en la pierna por la caída, pero aguantó las lágrimas. Cuando llegó su yerno, al fin se derrumbó al ver que exudaba venganza en su favor.
Lea no tenía un hijo, e incluso su hija era adoptada. Por ello, siempre había deseado un hijo que la amara, ya que anhelaba formar parte de un fuerte vínculo entre una madre y su hijo.
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