«¡Cuñado!». Tirso se tocó la mejilla que acababa de ser abofeteada, miró a Carmen y por fin supo que esa chica era la cuñada de Nataniel.
Al mismo tiempo, los dos guardaespaldas encargados de escoltar a Tirso de vuelta a Nortania se acercaron desde sus asientos y preguntaron sorprendidos:
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