Resultó que el supuesto regalo era un costoso ataúd.
Dentro de la sala de estar, todos tenían una mirada diferente mientras observaban el ataúd bastante llamativo, pero las pupilas de Nicolás se dilataron al mirar su regalo con incredulidad. Acostada en sus brazos, Fabiola tenía la mano sobre los labios, pero la conmoción en sus ojos no podía esconderse. Los Asesinos de Doble Filo, que estaban en modo de espera para matar, se volvieron aún más sombríos.
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