Al oír esto, Hepburn se sobresaltó. Inesperadamente, no sólo la Curia había enviado gente a investigar en secreto a Nataniel, sino que incluso Ariarica había puesto sus ojos en él.
No era de extrañar que, durante su reciente visita a las instalaciones de la Curia, Nataniel, con sus sentidos agudizados, hubiera detectado la presencia de un espía. César no tardó en ir a investigar el asunto. Pero no habían atrapado al espía que acechaba en las sombras; sólo encontraron un telescopio y otros instrumentos.
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