Todos los ojos de la mesa miraban con aprensión al Gobernador Militar en Jefe y a Gargamel. El Gobernador Militar en Jefe permanecía inmóvil. Sus ojos emanaban una terrible frigidez incluso a través de las rendijas de la máscara de Leviatán. Aunque Gargamel permanecía impasible, su silencio transmitía con claridad su desconfianza hacia Columbo.
—¿Fue Nataniel? —dijo Columbo en voz alta.
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