Nataniel y los demás regresaron al hotel. Ya era tarde en la noche, así que regresaron a sus respectivas habitaciones para descansar un poco. Esa noche, César mantuvo la guardia alta y sus ojos se abrieron bien para evitar que Regina entrara a hurtadillas.
«Si ella logra robar la daga justo debajo de mi nariz, estaría demasiado avergonzado para mostrar mi cara de nuevo».
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