Aunque Teo no habló muy alto, lo que dijo todos lo escucharon y los golpeó con fuerza. Era una frase sencilla pero alucinante. El Máximo Mérito Militar de la Nación era el mayor honor al que aspiraban todos los militares. Nataniel era el único hombre de toda la país al que se le había concedido ese honorable título. Al mismo tiempo, era el General del Norte, también conocido como el Dios de la Guerra.
En un instante, todos miraron a Nataniel con el asombro escrito en sus rostros. Resultaba que el joven que estaba frente a ellos era el General del Norte, también llamado Dios de la Guerra. Era un guerrero valiente que una vez aniquiló sin ayuda a toda la Coalición del Norte, formado por soldados de dieciocho países.
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