—Es por eso por lo que afirmé que habías venido al lugar equivocado —dijo Nataniel con calma. Justo después de eso, le dio una mirada a César. Él de inmediato entendió la señal de su comandante y corrió hacia Castiel, listo para darle una lección.
—¡Tengo inmunidad diplomática! Estoy exento de las leyes de tu país. No tienes derecho a tocarme —le gritó Castiel a César
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