Nataniel miró con frialdad a los asesinos frente a él y sugirió sin rodeos:
—Ríndete, no eres nada ante nosotros. Las hordas de los Guardias Nacionales y Guardaespaldas del Gabinete estarán aquí en cualquier momento. Si estás dispuesto a rendirte y confesar quién te envió, me aseguraré de que reduzcan tu sentencia. De hecho, hasta podrías evitar la pena de muerte y recibir en su lugar cadena perpetua.
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