Ubaldo salió del hotel con sus guardaespaldas y condujo directo al aeropuerto. Sin embargo, lo detuvo un auto en la carretera al aeropuerto. Las luces de la parte delantera del auto parpadeaban con rapidez, iluminando el patín eléctrico que tenía delante. Una mujer estaba en la carretera, gimiendo de dolor, mientras un hombre estaba en cuclillas junto a ella, con aspecto frenético. El Audi A8 de Ubaldo chilló hasta detenerse.
—¿Qué demonios sucedió? ¿Por qué te detienes? —exclamó Ubaldo, molesto.
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