¡Pas!
Nataniel arrojó el cuerpo de Honorino a un lado con indiferencia. Entonces, se hizo el silencio. Había tanto silencio que se podía escuchar la caída de un alfiler. Melquíades miró a Nataniel con incredulidad. No podía creer que hubiera matado a Los Perros Trillizos.
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