Leila miró a Nataniel y empezó a admirar aún más a su yerno. Tenía una expresión de orgullo que decía: «¡Mi yerno es genial!». Mientras tanto, Penélope miraba a Nataniel sorprendida. Nataniel se dio la vuelta y le preguntó con una sonrisa:
—¿Por qué me miras a mí?
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