Akin y sus subordinados fueron llevados y entregados al Tribunal Internacional. La familia Limantur al final había sido testigo del verdadero poder de Nataniel. Con una sola frase, había conseguido arruinar el cuartel General de Akin en toda África. Incluso Akin, apodado en su día el Señor de la Guerra Africano, se vio impotente ante él.
Los Limantur estaban aterrorizados y a la vez muy agradecidos a Nataniel Cruz. Después de aquel incidente, en realidad se tomaron su tiempo para reflexionar sobre sus errores y reaprendieron todos sus modales y valores. También educaron bien a su generación posterior.
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