Penélope y los demás esperaban con ansiedad cuando Nataniel llegó a casa. Resulta que Carmen ya les había contado todo sobre la repentina emboscada que ocurrió esa noche. Cuando Penélope lo vio, se acercó rápido y lo jaló entre sus brazos. Nataniel le acarició su sedoso cabello, consolándola:
—Estoy bien. No te preocupes.
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