Zaqueo intercambió una mirada con sus tropas y luego se rio con ganas. Mientras tanto, Nataniel miraba con tranquilidad a Zaqueo y al resto. En cuanto a César y la Élite 8, eran como esculturas que permanecían inmóviles detrás de Nataniel. Sin embargo, su mirada era aguda y su respiración lenta y ligera. Sus cuerpos estaban tan tensos como un trampolín.
Las fundas que llevaban en la cintura estaban desabrochadas y sus armas recargadas. Ellos, al igual que las tropas de Zaqueo, estaban listos para matar en cualquier momento que se diera una orden. La risa de Zaqueo cesó de pronto. Luego miró a la tropa de manera malévola y se burló.
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