El barco navegó a paso moderado hacia Bosania. En ese momento se encontraban a unos diez kilómetros de la ciudad. Por completo inmerso en recuerdos pasados de Joaquín y él, Nataniel se sentó junto a la proa del barco mientras bebía botella tras botella de alcohol. Después de un rato, suspiró:
—¡Si tan solo estuvieras aquí, viejo amigo!
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