Alden encarnaba la personificación de la forma de combate de un dios: erguido y formidable, emanaba un aura sobrecogedora. Una tenue luz sagrada irradiaba de su cuerpo, y un par de enormes alas de plumas blancas se extendían tras él, complementando la enorme espada de luz que llevaba en la mano. Parecía el rey de los ángeles.
Sin embargo, miraba con asombro a Nataniel, que también había adoptado su forma de combate. Inicialmente muy apuesto, Nataniel se volvió feo pero majestuoso tras revelar su forma de combate vampírica. Estaba envuelto en un manto de energía oscura. Lo más llamativo eran los tres pares de enormes alas esqueléticas que tenía detrás.
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