M1 miró con frialdad a Sabás y a sus hombres, como un carnicero que mira a un cerdo a punto de ser sacrificado.
Cuando los ojos de Sabás se encontraron con su gélida mirada asesina, no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su columna vertebral. Al darse cuenta de la intención asesina que emitía M1, el guardaespaldas de Sabás, Xyon, añadió con rapidez:
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