Zuriel abrió los ojos al escuchar esto y miró a Nataniel con asombro:
—Nataniel, aquí estaba yo pensando que me estaba implorando, invitándome a comer. ¿Quién iba a decir que había pedido refuerzos? ¿Se supone que esto es un elaborado engaño para ocultar sus maliciosas intenciones? —dijo con un gruñido—: ¡Aunque lo sea, usted no es el Rey del Sur y yo no soy un don nadie sin carácter! No sirve de nada aunque haya invitado aquí al alcalde y al Gobernador.
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