La visión laser de Tomás quemó a Salomón. Él adoraba a Nataniel desde el principio. Hasta lo consideraba como su dios, alguien a quién servir con lealtad por toda la eternidad.
—¿Quién te crees que eres? ¡Pronto te arrepentirás de lo que dijiste! —Tomás estaba a su lado. Tan solo la mención de romperle las piernas a su Dios era peor que una blasfemia.
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