Capítulo 3296 Después de la arrogancia viene la vergüenza
Al instante, la atención de todos se desvió hacia Eiken. Este apretó los dientes y admitió con valentía:
―Yo fui quien tiró la mesa. ¿Y qué? ―Mientras hablaba, señaló a César y a los demás y expresó su frustración―: Hemos venido aquí desde el campo de batalla de la ruta occidental, hambrientos y agotados. Les pregunté si podían dejarnos comer primero, pero se negaron. Comandante Cruz, ¿no cree que tenía derecho a enfadarme?
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