Nataniel y los demás se sentaron en la mesa vecina. Pidieron algo de comida y también media docena de cervezas. Sin dudarlo, Sven agarró una botella de cerveza de la mesa y se la llevó a la boca, dispuesto a morderla.
«Este tipo debe de tener los dientes de acero. ¡Es capaz de aplastar hasta los huesos!».
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