Nataniel y Penélope siguieron a César, Amaya y otros dos subordinados de vuelta al hotel. Acababan de llegar cuando un hombre se acercó nervioso y miró ansioso a Nataniel. César y Amaya se adelantaron para impedir que el hombre se acercara. Como no podía acercarse, gritó nervioso a Nataniel:
—Señor Cruz, soy el subordinado de Tadeo y me llamo Iñaqui.
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