La señora del mostrador se marchó al rato y regresó poco después con una mujer alta y hermosa que parecía rondar los treinta o cuarenta años. Llevaba un vestido negro y resultaba muy seductora con sus labios rojos.
A pesar de su atractivo, todos los presentes parecían tenerle un poco de miedo. Resultó ser la dueña de la Ciudad Clandestina Fuego Nocturno. Nadie sabía su verdadero nombre. Todos sólo la conocían por su apodo «Viuda de las Tinieblas».
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