Aquella noche, todos los miembros de la familia Ibarra fueron despedazados y liberados hacia el Oeste, donde residían los Ibarra. En la mansión de los Ibarra, Calixto maldijo:
—¡Acabaré con toda tu familia, Nataniel! ¡Vengaré a mis hijos! —Los valiosos jarrones antiguos se hicieron añicos y todos los pergaminos de caligrafía se hizo jirones, que se volvió un desastre en el suelo.
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