Johana se recuperó con rapidez de la conmoción. Ella se escondió con cautela detrás de sus guardaespaldas para protegerse de algún ataque súbito de Nataniel.
—Nataniel, en verdad eres único. ¡Creo que no puedo pelear contigo sola! Pero solo eres un ser humano. No puedes ser más poderoso que un arma. ¡Escucha, tres de mis francotiradores están apuntándote! Sin importar qué, no puedes huir. Si no quieres morir, ¡ponte de rodillas ahora!
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