De noche, en el dormitorio principal de una mansión en Jardín Ribera.
Nataniel acariciaba la cara de Penélope mientras besaba sus labios de carmín. Con las mejillas enrojecidas, Penélope cerró los ojos y tarareó y a pesar de su vergüenza, sin darse cuenta, rodeó el cuello de Nataniel con sus brazos.
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