Nataniel no tuvo más remedio que arrastrarse de vuelta a Brimmopolis en su estado debilitado tras recibir el mensaje del Presidente Goena. El aeropuerto de Brimmopolis se convirtió en una zona fuertemente vigilada, con soldados armados por completo que custodiaban cada salida. Gervasio y sus hombres de Capital Central esperaban ansiosos en la zona de llegadas la llegada de Nataniel. Se paseaba mientras murmuraba para sí mismo:
―¿Vendrá el Jefe algún día?
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