Volteó a ver a sus subordinados. Su mirada se posó en Diente de Oro, un hombre de aspecto escuálido y con rostro que solo una madre podría amar. Haciendo honor a su nombre, este tenía un diente de oro en un incisivo. Sin embargo, su aspecto lo opacaba la mirada morbosa que tenía. El hombre miraba de una forma muy perversa a Penélope.
Sheila sabía que Diente de Oro era un hombre pervertido, entonces le preguntó:
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