La noticia de la dimisión de Nataniel se extendió rápidamente. La nación entera se sumió en un alboroto.
Bastantes personas se acercaron a suplicar a Nataniel que continuara en su puesto, pero el hombre se negó tácitamente. Cuando regresó a casa, Penélope y su familia hacía tiempo que habían preparado la comida y esperaban a que llegara para cenar.
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