Dos notorios asesinos cayeron y Constanzo se estremeció y retrocedió a tropezones. La confianza desapareció de su envejecido rostro y fue sustituida por la desesperanza; había subestimado a Nataniel. El hombre Pensaba que este se había ganado su título sacrificando a toneladas de poderosos luchadores para que combatieran en su lugar y tenía la falsa idea de que había gente en su ejército que podía enfrentarse a Nataniel.
Además, el General del Norte solo tenía un puñado de soldados con él y con la promesa de los distritos militares del Este de que no se involucrarían en la batalla, Constanzo pensó que se había asegurado la victoria. Un mal presentimiento se apoderó de él cuando un escuadrón de caballeros se acercó a ellos, ¡eran los Dieciocho Caballeros del Norte!
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