El rabillo del único ojo de Teofrasto tembló, estaba enfadado e indignado.
—Teofrasto, no quiero involucrar a otras partes y a los soldados ordinarios en el conflicto entre los Córdova y yo, por no hablar de dejar que se sacrifiquen por mí. Los guardias de esta prisión militar son inocentes, no quiero ver a ninguno de ellos muerto.
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