Teo sabía que no podía eludir su responsabilidad cuando algo tan grave como aquello tenía lugar bajo su supervisión, ya que esta vez no solo perdería su trabajo, sino que incluso podría ser asesinado. Con voz temblorosa, suplicó:
—General, sé que no hay forma de librarme de la culpa. Sin embargo, le pido con sinceridad una oportunidad para redimir mi error.
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