Tadeo había perdido muchos amigos y familiares en su vida, por lo que estaba convencido de que tenía mala suerte y que causaría daño a todos los que le rodeaban. Admiraba a Nataniel, pero esa creencia supersticiosa estaba tan arraigada en su mente que ninguna palabra podría cambiarla. Por eso, se negó a volver al campo con Nataniel.
—Señor Cruz, nuestro trato era que se quedara unos días y demostrara que no traería la desgracia a la gente que me rodea. Solo entonces me plantearía volver con usted.
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