—¡Nataniel! —Un gesto de deleite cruzó el rostro de Peni cuando lo vio.
Antes de esto, Nataniel no le había notificado de su llegada, así que su esposa estaba extasiada de verlo. Mientras trataba de correr hacia él para saludarlo, vio que su camino estaba bloqueado por el brazo estirado de Vasco. Él le susurró un recordatorio al oído:
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