Eran las nueve de la noche y Carmen y Amaya estaban cenando con Reyna en un local de comida rápida. Reyna parecía distraída y apenas parecía prestar atención a sus alitas de pollo y su helado. Mirando a Carmen, preguntó en voz baja:
—Tía Carmen, ¿está bien mi mamá? ¿No dijiste que mi papá y mi mamá vendrían a verme? ¿Por qué aún no llegan?
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