Simón al fin comprendió la gravedad de su error. Toda la vitalidad parecía haber desaparecido del cuerpo del hombre mientras se desplomaba en su silla de ruedas. Abatido, miró a Nataniel con una mirada inexpresiva en su rostro.
«Así que Nataniel Cruz es el Gobernador Militar en Jefe». Por fin comprendió las razones por las que Nataniel nunca tomó en serio a la Familia González, ni siquiera a su padre. «¡Es porque el hombre es el maldito Gobernador Militar en Jefe!». Simón se arremolinaba en un cúmulo de emociones contradictorias, lleno de abatimiento y remordimiento.
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