Amaya no estaba dispuesta a retroceder, pero la primera regla de un soldado era obedecer las órdenes de su superior pasara lo que pasara. Al final, se retiró de buena gana.
Nataniel se levantó y miró a Cano. A pesar de parecer enfermo y de toser todo el tiempo como si fuera a morir en cualquier momento, el hombre era en realidad un peleador de élite. Parecía que el Profesor Enfermizo no solo presumía de sus habilidades. Romeo, que fue tan famoso en todo el país veinte años atrás, al grado que hasta el Presidente le temía, seguía teniendo gente capaz bajo su mando.
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