César y Amaya solían ser militares, por lo que sus habilidades de lucha eran claras y las usaban con un objetivo bien definido. César era conocido por su fuerza física y sus ataques directos, mientras que Amaya lo era por su velocidad y sus golpes mortales.
A pesar de que los superaban en número, ambos fueron capaces de derrotar a sus enemigos uno tras otro sin fallar. En poco tiempo, los hombres de Goliat cayeron al suelo, algunos muertos y otros gimiendo y revolcándose en la agonía.
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