Goliat y Antón se miraron y una sonrisa despectiva apareció en sus rostros. Antón tomó la delantera y respondió a su pregunta:
―Resulta que en realidad eres un desertor. Pero dejando eso de lado, tengo que decir que me sorprendiste mucho. No tienes ninguna vergüenza. Incluso tienes las agallas de presentarte.
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