Mientras tanto, Carmelo empezó a hacer berrinches en la suite presidencial del Hotel Babilonia cuando se enteró de que Filomeno y el resto de sus hombres habían recibido una gran paliza.
—¡Maldita sea! ¿Cómo es que un insignificante guardaespaldas se atreve a atacar a los subordinados de la Familia González?
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