Nataniel estaba sentado en la silla y fumando y cuando vio que algunos hombres se acercaban a él, sonrió con frialdad y golpeó con el puño la mesa que tenía enfrente. En la mesa había unos cuantos dulces, para los invitados, los cuales volaron por los aires debido al impacto de su puño.
Con un movimiento de la mano de Nataniel, los dulces salieron disparados hacia los atacantes con la misma rapidez y fuerza que las balas. Como si hubieran sido disparados por balas de verdad, los atacantes se desplomaron en el suelo entre gemidos de agonía.
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